miércoles, 29 de julio de 2015

Sin Título

  Mateo tiene cuarenta  años,  alto, pelo entrecano, justo de peso , lo que se diría un hombre bien parecido. Se gana la vida de comercial en el sector ferretero, no le va mal, pero   ha conocido tiempos mejores.  Un divorcio abrupto le dejó convencido  para siempre, por ahora, que una y no más. Marta siempre fue así de armas tomar y no dar un paso atrás. Mateo aún padece las consecuencias de la decisión de su ex,  de “necesitar espacio”¡y el que creía que estando  todo el día sola podía   hacer lo que la viniera en gana!
  La pasión de Mateo era escribir, tenía los cajones de la casa llena de folios escritos, a mano, máquina y por ordenador. Los tenia de todos los géneros y condición, poesía, relatos policiacos, de miedo, menos ensayo y científico de todos. Nunca se atrevió a dárlos a leer a nadie. Era demasiado reservado y pensaba que como cada uno de ellos llevaba algo de si mismo, sería como desnudar el alma a ojos extraños.
  Un día navegando por internet, descubrió una página de literatura para escritores aficionados. Se tiró casi tres horas en ella, leyó relatos, opiniones de los participantes, consejos para escribir, para pulir el estilo…  Descubrió un apartado que decía. “Desafío Literario “. Lo leyó y pensó ¿Por qué no? Se inscribió en el taller Literario. Se impuso el reto de participar, la timidez  era contra lo que tendría que luchar mas adelante. Ese día era empezar.
  Era fácil creer en el comienzo pero, abrió el Word     , miraba el folio de la pantalla, tan blanco y brillante. Puso su nombre, Mateo  Prieto  Gómez   . El titulo lo dejaría para luego. Siguió mirando la pantalla un rato mas. No sabía por dónde empezar, con lo fluido que era el en esto y ahora, nada. Fue a la cocina y se hizo un café, a ver si las musas acudían al olor de tan exquisita infusión.  Pero nada, -lo mismo las musas son mas de té- pensó. Volvió a la cocina y se hizo uno , mientras la bolsita desplegaba toda su esencia en la taza., Mateo imaginaba una historia, que al momento no le valía, luego otra y otra mas. Según las desarrollaba en su mente, las calificaba de insulsa, pobre, peñazo, ñoña…E n fin, cualquiera en su lugar se habría puesto  nervioso. Ell aún no había llegado a ese extremo.
  Pasaron dos horas mas y la cosa seguía igual. Decidió darse una vuelta y despejarse, lo   mismo ,si no buscaba lo acababa encontrando. Se fue al Pub donde su ex Marta y el se conocieron, desde el divorcio iba de vez en cuando, simplemente le gustaba el lugar y recordar aquél día cuando se vieron por primera vez. Ella tan joven, pizpireta y aunque no era la guapa del grupo, si la que tenía mas chispa. Se fijó en ella según entró en el local con sus amigas, sus ojos se cruzaron y a pesar de la poca luz del lugar sintieron el cruce de miradas. Luego fue pedirla fuego para su cigarrillo y hablar toda la tarde. Creyó que lo iba a tener  fácil, siempre fue el guapo de su pandilla y el que por todas las chicas suspiraban.  En un principio se hizo la dura, creía que iba a ser una de tantas. Tuvo que convencerla que el no era de esos. Si, ligaba hacia lo que le dejaban y podía, pero esta vez era otra cosa. Al final cayó en sus brazos y tres años después se casaron.  Quince años juntos, no quisieron hijos, no se veían de padres.
 Y desde hace tres años solo. De vez en cuando  disfrutaba de algún escarceo amoroso. Pero sin compromiso, lo que se dice amigas con derecho a roce. Pidió un Bacardi con cocacola, que pagó antes de ser servido. Apoyado en la barra observaba al personal, la forma de vestir, la música había cambiado con el paso del tiempo, pero la juventud seguía igual, risas bobas, poca conversación profunda y muchas ganas de pasar de todo y divertirse, al menos eso le parecía.
  Sintió un ahogo extraño, calor agobiante, le empezó un dolor muy agudo en el brazo izquierdo. Tenía que escapar de allí lo antes posible, le faltaba el aire. Salió a la calle, un camarero fué  detr  para socorrerle, pero llegó al tiempo que Mateo caía al suelo muerto fulminado por un infarto.

  En su casa aún estaba el ordenador encendido con un documento de Word abierto con sólo un nombre y apellidos escrito,  dos tazas una de café y otra de té al lado y el titulo sin parecer.

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